Volver a Monterrey... y entender lo que nunca me enseñaron en clase

Hubo un tiempo en el que creí que estudiar lejos de casa era el mayor reto que tendría que enfrentar. Siendo joven y con una familia a la cual cuidar, con una mochila llena de ilusiones y miedo, llegué a Monterrey para formarme como fisioterapeuta. Caminaba por los pasillos del hospital sintiéndome pequeño, invisible… como si en cualquier momento alguien me descubriera y dijera: “Tú no perteneces aquí.”

Pero lo hice. Terminé la carrera, hice mis prácticas, y regresé a Puebla a ejercer. Pasaron los años, y aunque la vocación seguía, algo faltaba. Había aprendido a tratar músculos, articulaciones y nervios… pero nadie me enseñó a sanar el alma del paciente.


Hace unos días volví a ese mismo hospital. Pero no como estudiante. Esta vez, volví como ponente invitado. Llevaba una presentación bajo el brazo… y una nostalgia en el corazón. Me senté frente a médicos, estudiantes y colegas… y mientras hablaba, me di cuenta de algo que me sacudió por dentro: lo más importante que he aprendido, no está en ningún libro.


No es solo el conocimiento. Es la empatía.
No es solo la técnica. Es la mirada, el tiempo, el silencio que cura.
No es solo el ejercicio. Es la confianza.

En la clínica, entendimos que el paciente no viene solo a que le alivien el dolor. Viene a recuperar algo que perdió: control sobre su cuerpo, esperanza, identidad.

Y nosotros, como equipo, no solo aplicamos tratamientos. Creamos un espacio seguro donde la gente se reconstruye por dentro y por fuera.

Hoy te escribo no como fisioterapeuta, sino como alguien que también ha sido paciente. Alguien que ha sentido miedo, dudas, vergüenza, y que aprendió que sanar no es un destino… es un proceso compartido.


Según la OMS, el 70% de los pacientes con dolor crónico también sufre afectaciones emocionales. No podemos dividir cuerpo y mente. Por eso en la Clínica Fisioesterapia Santa Inés, atendemos a la persona completa.


Si has sentido que nadie te entiende cuando hablas de tu dolor, tal vez es momento de intentarlo desde otro lugar.

No estás solo.

Y no hay mejor momento que hoy para empezar a sentirte tú otra vez.